El
ejército musulmán tenía una fuerza de combate superior a 120.000 hombres, en
primera línea y a mitad de la colina estaba la infantería ligera marroquí todos
voluntarios del Alto Atlas, era la que recibiría el primer choque. En segunda
línea estaba el grueso del ejército almohade, voluntarios de infantería de Al
Andalus, que ese día estaban un poco recelosos con su califa ya que la víspera,
se había ejecutado a Ibn Cadis, andalusí, que era el jefe de la guarnición
musulmana de la fortaleza de Salvatierra, al que los cristianos dejaron marchar
a cambio de rendir la plaza unos días antes, fue degollado por orden del califa.
Detrás de los andalusíes estaba el propio ejército almohade compuesto de
veteranos procedentes de todos los rincones del Islam venidos a la llamada del
califa para la Guerra Santa, a ambos flancos de este ejercito estaba la
caballería pesada africana, tras ellos estaba la caballería ligera de arqueros
turcos, los “Agzaz”, eran mercenarios de élite. La tercera línea estaba formada
por los “imesebelen”, la Guardia Negra del califa, compuesta por 10.000
soldados fanáticos procedentes del Senegal, dispuestos a morir por el Islam y
su califa, eran negros vestidos de negro que estaban atados con cadenas entre
ellos por las piernas, cadenas que también se anclaban al suelo, con estacas,
para mostrar que nunca iban a huir. En la cima de la colina estaba la inmensa
tienda de campaña del califa Al-Nasir, de color rojo, rodeada por la Guardia
Negra, desde allí arengaba a sus tropas, vestido totalmente de verde (el color
del Islam), con un ejemplar del Corán en una mano y la cimitarra en la otra. El
espectáculo debió ser impresionante y apabullante para las tropas cristianas
hispanas.
Las
tropas cristianas se dispusieron en tres columnas, una central, que iba a ser
el ariete en el ataque, formada por el ejército castellano, en el centro de
esta columna la infantería castellana y a cada lado su caballería, mandada por
el vasco Diego López de Haro, su segundo era el Alférez de Castilla D. Álvaro
Núñez de Lara, en la retaguardia el Rey de Castilla Alfonso VIII y el
Arzobispo de Toledo Don Rodrigo Jiménez de Rada. La columna y ala derecha, la infantería
y la caballería navarra, en su retaguardia el Rey de Navarra Sancho VII “El
Fuerte”. La columna y ala izquierda, las ordenes militares y las tropas
aragonesas, en su retaguardia el Rey de Aragón Pedro II.
Cuando amaneció el 16 de Julio de 1212, Alfonso VIII dio la orden de
ataque, el vizcaíno López de Haro inició la batalla atacando frontalmente con
miles de jinetes de su caballería pesada, el choque fue brutal e hizo mucho
daño en la vanguardia almohade, ello obligó a un primer movimiento de retirada
de la vanguardia musulmana, entonces Al-Nasir ordenó el contraataque con el
grueso del ejército almohade, la caballería ligera almohade con sus arqueros
atacó con gran eficacia produciendo grandes daños a las fuerzas de infantería
de López de Haro, éste ordenó el avance y entrada en combate de la segunda
línea castellana, para suplir las bajas causadas por los musulmanes, pero no es
suficiente, la caballería ligera almohade los tiene acorralados causándoles
muchas bajas, las infantería cristiana comienza a retirarse, el enemigo es muy
numeroso y eficaz, sólo aguantan sin retroceder las órdenes militares en
combate cerrado junto con López de Haro, su hijo y Núñez de Lara. Las tropas
musulmanas al ver retroceder a los cristianos, cometen un grave error, rompen
sus formaciones cerradas que tenían en el centro del campo de batalla para
perseguirles, eso provoca el debilitamiento del centro del ejército almohade.
La infantería cristiana sigue retirándose, los tres reyes cristianos, en la
retaguardia, se miran, algo había que hacer y toman una última y certera
decisión, atacar ellos mismos con sus guardias personales y la última línea de
las fuerzas cristianas, se concentran y atacan, esto ha pasado a la historia
como “La carga de los tres Reyes”, Pedro
II, Alfonso VIII y Sancho VII se pusieron al frente atacando con todo lo que
tenían en la retaguardia, era vencer o morir, no dudaron. Esto infunde nuevos
ánimos en el resto del ejército cristiano, las milicias cristianas atacan los
flancos del ejercito almohade, la caballería cristiana, con sus tres reyes,
realiza una carga crítica central para dividir y desbaratar al ejército
musulmán, los soldados andalusíes al ver el nuevo ímpetu de los cristianos y
disgustados como estaban con el califa, empiezan a huir del campo de batalla.
Se produce entonces una epopeya histórica: el rey de Navarra, Sancho VII, con
sus 200 caballeros navarros y sus 2000 infantes se dirigen directamente hacia
la tienda roja del califa Al-Nasir, cargan contra la Guardia Negra, los
“imesebelen”, van matándolos y rompiendo la empalizada de cadenas que los une,
el degüello dentro de la empalizada que defendía al Miramamolín fue terrible,
toda la Guardia Negra, los 10.000, fueron abatidos. El califa viendo lo que se
le venía encima huyó precipitadamente, a uña de caballo, para salvar su vida, dejando
un ingente botín. El ejército almohade, con su caballería ligera de arqueros,
su mejor fuerza, atrapada en el medio de la contienda, sin posibilidad de
maniobrar, fueron cayendo los caballos y
muertos sus jinetes. La matanza que realizaron los cristianos a las tropas
almohades fue terrible, no se atraparon soldados, las órdenes eran acabar con
los soldados del ejército almohade, el que no pudo huir murió. El ejército
almohade quedó destrozado, desintegrado para siempre. La carnicería en esa
colina fue tal que, después de la batalla, los caballos no podían andar entre
tantos montones de cadáveres. Los muertos que resultaron de la batalla fueron
mas de 90.000 musulmanes y se calcula que unos 20.000 cristianos, aunque las
crónicas cristianas de la época decían muchos menos (de 2.000 a 5.000), las
crónicas musulmanas de la época sí ratifican que murieron mas de 90.000
musulmanes. Tuvieron que pasar muchos siglos para que en una sola batalla y en
un solo día hubieran tantos muertos, se duda si en la batalla del Somme (1916)
o en la de Estalingrado (2ª Guerra Mundial), que en un solo día murieran los
más de 110.000 muertos de las Navas de Tolosa, con certeza sólo se alcanzó con
la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima. La alianza de cinco reyes, con
tres de ellos en el campo de batalla, contra un Imperio como lo era el
Almohade, con su califa al frente, creo que no se ha vuelto a repetir en la
historia del mundo. Al atardecer de ese 16 de Julio de 1212, en el mismo campo
de batalla, el Arzobispo de Toledo rezó un “Te Deum” de agradecimiento a Dios
por la victoria alcanzada.
Las
cadenas que mantenían unidos a la Guardia Negra, pasaron a formar parte del
escudo de Navarra desde entonces, en recuerdo a esa gesta de su rey Sancho
VIIº. La bandera, o pendón, de los almohades que había en la tienda de
Al-Nasir, se conserva y se puede contemplar en el Monasterio de las Huelgas
Reales, en Burgos, es el Pendón de las Navas de Tolosa. El rey Alfonso VIII de
Castilla ordenó a su capitán general, el Señor de Vizcaya D. Diego López II de
Haro, que repartiera el inmenso botín capturado entre todas las tropas
cristianas menos para El mismo, el rey renunció a su parte del botín en
beneficio del resto. El coste de la campaña fue sufragado en un 66% por el
reino de Castilla, el 33% restante fue a cargo de la Iglesia y las Ordenes
Militares.
En los 25
años posteriores a ésta victoria, desbaratado el ejército almohade, los
cristianos conquistaron definitivamente Valencia (1238), Cáceres (1229),
Badajoz (1230), el Algarve portugués (1217), Andújar (1225), Almadén y Córdoba
(1236), Baeza (1226) y Jaén (1246), quedando solo el reino de Granada por
conquistar. Gracias a esa batalla el dominio cristiano quedó asegurado, y solo
era cuestión de tiempo el que toda la Península Ibérica acabara definitivamente
siendo cristiana.
Muchas gracias, necesitaba hacer un trabajo y con esto ya voy que sobra :)
ResponderEliminarMe alegra haberte ayudado. Gracias por tu comentario
EliminarEnhorabuena, por lo bien documentado y redactado. Gracias
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